¡Hola! Mi nombre es María, tengo ocho años y soy alumna de 3º de Primaria, me gusta lo que nos enseñan en mi escuela, creo que me va a servir para hacer muchas cosas cuando sea mayor, pero también me gusta salir al parque, jugar con mis hermanas y bailar cuando toca extraescolar, y en todas partes. ¡Me encanta bailar!
Mi profesora el curso pasado se llamaba Marina. Marina era muy, pero que muy lista. Siempre respondía a todas las preguntas que le hacíamos en clase y nunca se le escapaba un detalle, sabía perfectamente quien había terminado la tarea y quien no, y quien le decía una mentirijilla para poder salir al patio sin haber terminado de almorzar. Además, cuando estaba muy contenta no paraba de cantar durante todo el día. Cierto es que cantar, cantaba bien, pero durante un día entero, pues, algunas veces, se hacía un poco pesado, pero a mis compañeros y a mí no nos importaba, mejor una profesora cantarina que no una profesora gruñona o gritona. El grito es que no funciona con los niños y niñas, Marina siempre nos decía que es mejor estar calmados y calmadas, y que para ello, nada como aprender a relajarse y a respirar profundamente cuando las emociones no te dejan pensar. Con Marina aprendimos a centrarnos en nuestra respiración, y cuando estoy nerviosa antes de bailar, o de un examen, o el día de mi cumpleaños, siempre me acuerdo de Marina y su gran consejo.
También recuerdo que cuando se acababa el primer trimestre, el día que en el cole se celebraba la fiesta de Navidad, Marina nos regaló muñecos de nieve de chocolate a todos y todas, no se olvidó de nadie, ni de Adrián, que se pasa el día hablando en clase y presumiendo de las cosas que tiene. A mí no me cae nada bien, pero Marina nos quiere a todos y todas por igual. ¡Es una gran profe! Quizás yo también sea profesora, pero seguro que de baile. Se lo dije a Marina, y me dijo que no me desanimara nunca, que es muy importante esforzarse por lo que quieres conseguir.
En marzo, llegó el coronavirus, y ya no pudimos volver al colegio, y sólo podíamos ver a Marina a través del ordenador, algunos nos pusimos un poco tristes, además, estar en casa todo el día resultaba un aburrimiento. Este curso ya no tenemos de tutora a Marina, aunque la vemos por el colegio, pero muy poco, con esto de los grupos burbuja... Sin embargo, ella nos ha dicho que tal vez en otro curso podrá volver a ser nuestra profesora. ¡Qué ganas tengo! Se lo voy a pedir a los Reyes Magos, lo escribiré en la carta, que las vacaciones de Navidad están a la vuelta de la esquina. Por cierto, ¡feliz Navidad a todos y todas!
Y... ¡Un abrazo!
María
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