Hola, mi nombre es Alfonso, un niño de nueve años que el curso pasado era alumno de 4º de Primaria en un colegio de Elche. Ese curso fue especial para mí, ya que era nuevo en el colegio y no sabía si iba a adaptarme bien a mi nueva clase.
Durante el curso, todo era perfecto y estaba muy contento por
cómo estaban saliendo las cosas, ya que sacaba buenas notas, tenía muchos
amigos y amigas, el profesor era muy bueno con toda la clase, y estaba
aprendiendo muchas cosas. Cuando parecía que nada podía ir mejor, llegó a clase
un nuevo profesor que hizo que todo fuese incluso mejor de lo que ya era.
Un día de febrero, llegué a clase y vi que al lado de mi tutor
había un chico nuevo. El tutor nos explicó que era un profesor de prácticas que
iba a estar un tiempo con nosotros y nosotras. Al principio, este profesor era
un poco tímido con la clase, pero con el paso de los días empezó a tener más contacto
y confianza conmigo y con el resto de la clase.
Después de un par de semanas, empecé a ver cómo era el nuevo
profesor con los alumnos y alumnas. Él era una persona muy simpática, atenta,
comprensiva, y abierta con todos y todas; podíamos hablar con él de cualquier
cosa y nos escuchaba de principio a fin, jugaba con nosotras y nosotros en los
descansos, siempre intentaba hacernos reír, y nos ayudaba si necesitábamos algo.
Recuerdo que nos dio tres clases de Matemáticas, en las que
nos explicó el tema de las fracciones. Me acuerdo de esto porque odio las
Matemáticas, pero esas clases me gustaron por lo que hicimos, ya que nos
preparó actividades manipulativas que hicimos en grupos y aprendí pasándolo
bien. Pero sin duda, lo que más me gustó de él fue que, por la relación que
teníamos, podría decir que era un amigo o un compañero más.
Como he dicho anteriormente, el curso estaba siendo
perfecto, pero todo cambió cuando el coronavirus llegó a nuestro país, ya que
se suspendieron las clases y no volvimos a ir al colegio, por lo que dejé de
ver a mis compañeros y compañeras, a mi tutor, y a mi profesor de prácticas.
En la actualidad, las cosas han cambiado mucho en el colegio.
Ahora llevamos mascarillas, no podemos juntarnos en grupos, nos toman la
temperatura cada día, y de momento nadie puede venir a clase a visitarnos. Por
ello, llevo sin ver a mi profesor de prácticas desde marzo, y solo espero que
la situación mejore para que pueda venir a vernos cuanto antes.
Está claro que el curso pasado fue el más raro y triste que
he vivido en todos los años que llevo estudiando en el colegio. A pesar de
ello, siempre recordaré con felicidad ese curso porque conocí a un profesor que,
aunque en realidad aún no era profesor, para mí fue algo más que un profesor.
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