domingo, 17 de enero de 2021

PRÁCTICA 5. La educación en 2040. Alba González Hidalgo

Ayer me fuí a dormir y estuve reflexionando sobre todo lo que había cambiado el mundo en tan solo 20 años. Llevo 15 años trabajando como maestra en un colegio y he podido vivir de cerca todo lo que ha avanzado la educación hasta el día de hoy. Era difícil pensar hace unos años, en una educación enfocada en las nuevas tecnologías. Y si, hoy en día todas y cada una de las aulas han sufrido una transformación. En primer lugar, tras los años duros que pasamos de pandemia en todo el mundo, las clases avanzaron hasta llegar al punto de ser optativa la presencialidad. Es decir, ahora puedes recibir tus clases desde el sofá de tu casa, eso sí, los maestros si estamos obligados a asistir presencialmente al colegio, siempre y cuando nos pongamos enfermos. Otra consecuencia fue la reducción del número de alumnos por aula, ahora sólo puede haber un máximo de 15 niños.

Pero, ahora viene lo mejor, bueno lo segundo mejor. Los colegios están dotados de instrumentos tecnológicos muy novedosos. A parte de pantallas digitales y tabletas para todos los alumnos, tenemos gafas de realidad virtual que nos ayudan a poner en práctica muchos conceptos teóricos. Es como si la película de Ready Player One (2018) hubiese predicho el futuro.


Ahora sí, lo mejor y más novedoso es la nueva metodología que encontramos en las aulas. El flipped classroom, es decir, el aula invertida. Es un sistema en el que se cambian los roles entre profesor-alumno. El alumno es el protagonista de su propio aprendizaje y los maestros pasamos a ser transmisores del conocimiento. De esta forma, los estudiantes se sienten más motivados con las asignaturas, trabajan la colaboración entre compañeros y se muestran mucho más participativos en el aula. Además, los profesores tenemos que hacer una evaluación del proceso entero del aprendizaje de nuestros alumnos, no podemos hacer una evaluación de los resultados finales.


Han cambiado mucho las cosas en el sistema educativo y es cierto que en ocasiones añoro esa cercanía con el alumno, los libros y los lápices. Pero ¿ quién sabe?, quizá en unos años vuelva a estar de moda tener la mochila llena de libros y las libretas con apuntes de mil colores fosforitos. Por el momento, me seguiré formando en las nuevas tecnologías para poder dar lo mejor de mí a mis alumnos.

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